Todo cambio fundamental de medios de comunicación crea un nuevo régimen. El medio es el dominio.
“El régimen de la información” es una forma de dominio en la que la información y su procesamiento determinan de modo decisivo los procesos sociales, económicos y políticos a través del uso de algoritmos e inteligencia artificial. Ya no se trata del dominio de los medios de producción, sino del acceso a la información, que se utiliza para la vigilancia psicopolitica y para el control y pronostico del comportamiento humano. El régimen de la información está acoplado al capitalismo de la información, que hoy deviene en un capitalismo de vigilancia que degrada a las personas a la condición de “datos” y “ganado consumidor”. La vigilancia tiene lugar a través de los datos.
El sujeto del régimen de la información no es dócil ni obediente. Más bien se cree “libre, auténtico y creativo”. Se produce y se realiza a sí mismo.
A diferencia del régimen biopolítico su interés no reside en el cuerpo, sino, se apodera de la psique mediante la psicopolítica. La tecnología de la información digital hace de la comunicación un medio de vigilancia. Cuantos mas datos generemos, cuanto mas intensamente nos comuniquemos, más eficaz será la vigilancia. El teléfono como instrumento de vigilancia y sometimiento explota la libertad y la comunicación. En el régimen de la información, las personas no se sienten vigiladas, sino libres. Paradójicamente es la sensación de libertad la que asegura la dominación.
La dominación se consuma en el momento en que la libertad y la vigilancia se aúnan.
La persona se expone de manera voluntaria sin ningún tipo de coacción externa, mas bien lo hace por una necesidad interior. Se produce a sí misma, se pone en escena y se esfuerza por alcanzar la visibilidad por sí misma, colocándose de manera voluntaria frente al «foco», incluso desea hacerlo: transparencia e información son sinónimos. No son las personas las realmente libres, sino la información. La paradoja de la sociedad de la información es que las personas están atrapadas en la información.
La prisión digital es transparente.
La transparencia en sí mismas no es transparente, tiene una parte trasera: “La sala de máquinas de la transparencia es oscura». En el régimen de la información, el dominio se oculta fusionándose por completo con la vida cotidiana. Se esconde detrás de lo agradable de los medios sociales, motores de búsquedas, asistentes de voz y de las apps.
El Smartphone se ha convertido en un eficaz informante que nos somete a una vigilancia constante. La smarthome transforma el hogar en una prisión digital que registra nuestra vida cotidiana. El robot aspirador, cartografía toda la vivienda. La cama inteligente con sus sensores, continúa la monitorización incluso durante el sueño. La vigilancia se introduce en la vida cotidiana en forma de “conveniencia”. La prisión digital es una zona de bienestar inteligente, es por eso que no hay resistencia al régimen imperante.
El capitalismo de la información se apropia de técnicas de poder neoliberales, explotando la libertad en lugar de suprimirla. Controlan nuestra voluntad en el plano inconsciente, en lugar de quebrantarla violentamente. La dominación se presenta como “libertad, comunicación y comunidad”.
El consumo y la identidad se aúnan y la propia identidad deviene en mercancía.
Los influencers también han interiorizados las técnicas de poder neoliberales. Influencers de viajes, belleza o de fitness invocan sin cesar la libertad, la creatividad y la autenticidad. Los anuncios de productos, incluidos con habilidad en su autoescenificación, no se consideran molestos, incluso, son específicamente buscados y codiciados. Al mismo tiempo, los influencers hacen que los productos de consumo parezcan objetos de autorrealización.
La pantalla táctil inteligente hace que todo esté disponible y sea consumible. Se crea la ilusión de la «libertad de la yema de los dedos». Ser libre no significa actuar, sino hacer click, dar like y postear. Así, el dominio apenas encuentra resistencia y no teme a ninguna revolución. Los dedos no son mas que un órgano de elección consumista.
El big data y la inteligencia artificial ponen al régimen de la información en condiciones de influir en nuestro comportamiento por debajo del umbral de la conciencia. El régimen de la información se apodera de esas capas prerreflexivas, instintivas y emotivas del comportamiento que van por delante de las acciones conscientes. Su psicopolítica basada en datos interviene en nuestro comportamiento sin que nos demos cuenta.

Byung-Chul Han es actualmente uno de los filósofos más leídos del mundo. Publicado en 2022 “Infocracia” (editorial Taurus) es el título de uno de sus últimos libros.
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